La mitología griega está formada por un conjunto
de leyendas que provienen de la religión de esta antigua civilización
del Mediterráneo oriental. Los griegos, aunque no practicasen la
religión, conocían estas historias, las cuales formaban parte de su
acervo cultural.
Los dioses del panteón griego adoptaban figuras
humanas y personificaban las fuerzas del Universo; al igual que los
hombres, los dioses helenos eran impredecibles, por eso unas veces
tenían un estricto sentido de la justicia y otras eran crueles y
vengativos; su favor se alcanzaba por medio de los sacrificios y de
piedad, pero estos procedimientos no eran siempre efectivos puesto que
los dioses eran muy volubles.
La mitología griega es absolutamente compleja,
llena de dioses, monstruos, guerras y dioses entrometidos. Algunos
estudiosos afirman que llegó a haber hasta 30.000 divinidades en total.
Esta mitología comparte una estrecha similitud
con la mitología romana, en cuanto a los nombres de varios dioses y
personajes de importancia. También se relacionan en cuanto a la parte
mitológica de la religión; creencias, tradiciones y todo lo ligado o
referente a Mitología.
ORÍGENES
La mitología griega, en su periodo más importante, se
desarrolló en el siglo VIII a. C. Tiene varios rasgos distintivos, como
por ejemplo, los dioses se parecen exteriormente a los seres humanos y
revelan, al igual que ellos, sentimientos. Los griegos creían que los
dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada
Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una
sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con
total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el
cielo o firmamento, el mar y la tierra. Fueron tres las colecciones
clásicas de mitos: La Teogonía de Hesíodo y la Iliada y la Odisea de
Homero. Este material se basa en la Teogonía de Hesíodo. La teogonía es
una especie de sistematización de las confusas tradiciones anteriores,
en ella el mito es el tema dominante. Pero, ¿qué es el mito? Mucho se ha
escrito tratando de dar una exacta definición; lo único cierto es que
el mito es una forma especial de
pensamiento que permite al hombre interactuar con su espacio natural y
de esta manera también reconocerse como parte de una comunidad
específica. Es un grave error considerar que el mito es un modo de
pensamiento reservado a las sociedades "primitivas". El mito es y ha
sido siempre la defensa espontánea del espíritu humano ante un mundo
ininteligible y hostil. La anterior reflexión nos llevaría a afirmar que
en el mito se encuentra el origen de las religiones, sin embargo debe
considerarse que los "espíritus" de los bosques, de la luz, de las
aguas, no son divinidades, sino solamente presencias capaces de actuar
en dominios sobre los que el hombre no tiene ningún poder. El mito
griego está en estrecha relación con la religión, pero no llega a
confundirse con ella. A pesar de toda la confusión que preside la
conformación de la mitología griega, esa inmersa materia llegó a
clasificarse y a ordenarse.
Según Hesíodo, al comienzo no hay nada más que
espacio, nada orgánico, nada que pueda ser descrito. Luego, después de
ese vacío, se dibuja la primera de las realidades, que limita y comienza
a darle un sentido: la Tierra, Gea (Tellus) la base segura de todo lo
que en el mundo ya se encontraba dividido, pues bajo la Tierra seguía
existiendo un espacio vacío donde todo era Caos (Chaos). Ese Caos
engendra el Erebo, el vasto espacio subyacente, en que más tarde tendrán
su lugar los infiernos. En el vacío ubicado por encima de la Tierra,
instala esta a su primogénito, Urano (el Cielo), que emana de ella. Al
mismo tiempo que se da esta división orgánica del universo, tiene lugar
el nacimiento de Eros (Cupido), el Amor, que es aquí el principio
abstracto del Deseo, y no todavía el pequeño dios maligno, perverso y
alado. En los orígenes mismos de la creación del universo, era
imprescindible crear el Amor, este es el motor universal; es quien
provoca las uniones del principio cósmico, los engendramientos que ni la
imaginación concibe. Erebo, hijo de Caos, tuvo un hermano llamado
Noche. Sin embargo Gea, después de haber engendrado a Urano, dio a luz a
las Montañas y las Ninfas (Driada o Nereida), que en ese momento son
genios de las Montañas. A Gea también corresponde la maternidad de
Pontos (el Mar, principio masculino, la Ola poderosa). La diosa Noche
engendra dos hijos: Éter y Día. El primero es la clara y pura luz que se
adivina en las más altas regiones de la atmósfera; la luz de los
dioses. Por su parte el Día, ilumina a los mortales, y alterna con su
madre la Noche.
GENERACIÓN DE LOS TITANES
Urano y Gea adquieren preeminencia, de ellos nacen
doce hijos, los Titanes y las Titánidas. Los Titanes son seis: Océano,
el mayor, luego Ceo, Críos, Hiperión, Iapeto y, finalmente, Cronos
(Saturno). Seis hermanas, las Titánidas: Tía, Rea (Cíbiles), Temis,
Mnemosine, Febe y Tetis. Algunos de estos nombres responden a funciones
particulares dentro del mundo, así, Temis, por ejemplo es la Justicia,
Mnemosine es la memoria, quien garantiza la duración del mundo, no
gracias al tiempo sino a la alternancia entre el día y la noche. Tetis
es una divinidad marina; parece personificar la fecundidad femenina del
Mar. Se casó con Océano, y le dio más de tres mil hijos (los ríos del
mundo), su morada está situada lejos en el Oeste, en el país del
Atardecer, todo rojo, que el Sol visita a diario al bajar del cielo.
Hiperión (el que viaja a lo alto) casado con su hermana Tía, engendra a
Helios y Selene (el Sol y la Luna). La mayor parte de los Titanes no
existe más que en su descendencia: Ceo, unido a su
hermana Febe (la Brillante), engendra a Leto, que más tarde será la
madre de Artemisa y de Febo. Críos, con Euribia, una de las hijas de Gea
y del Pontos, engendró a Astreo que fue uno de los esposos de la Aurora
(Eos), al gigante Palas, y finalmente Perses, que fue el padre de la
diosa Hécate -la señora de la noche-, diosa de la Abundancia, de la
Elocuencia, pero también temible maga, hábil para metamorfosearse en
perra, en loba, en asna, y cuya estatua de tres cabezas se erguía
frecuentemente en las encrucijadas. Iapeto se casó con Climena, hija de
Océano y de Tetis, que le dio cuatro hijos: Atlante (Atlas), el gigante
que más tarde fue condenado a llevar sobre sus hombros la bóveda del
cielo, Menoetio, quien también participó en la rebelión contra Zeus, y
que por esa razón fue fulminado y sumergido en el Tártaro. El Titán cuya
descendencia reviste mayor importancia es Cronos. A partir de él se
desarrollan los destinos que llevan al poder a la generación divina de
los Olímpicos. Los Cíclopes eran también
hijos de Urano y Gea, tres genios de la tempestad: Arges (el fulgor del
relámpago), Asteropes (las nubes de la tempestad) y Brontes (el
estruendo del trueno), luego los Hecatonquiros (los Ciembrazos), tres
gigantes: Coto, Briareo y Gies. Urano detestaba haber sido padre tan
prolífico y por ello prohibía a sus hijos el ver la luz; les obligaba a
permanecer encerrados en las profundidades de la Tierra. Ya que Urano
imponía una continua fecundidad a su compañera, ésta planeó junto con
sus hijos mayores, la venganza. Ninguno de ellos aceptó, excepto el más
joven de ellos, Cronos, quien odiaba a su padre –no se sabe bien por
qué-. Entonces Gea le confió una serpiente de acero muy dura y aguzada, y
cuando una noche Urano se acercó a ella para fecundarla una vez más,
Cronos que se encontraba expectante, le cortó con la serpiente los
testículos a su padre y los lanzó al espacio. La sangre del dios herido
cayó en forma de lluvia sobre la tierra y el mar, donde engendró aun
otras divinidades. De esta sangre que cayó
en la tierra salieron las Erinias –Eumenides-: Alecto, Tisífone y
Megera, las tres Furias, genios crueles que viven en las profundidades
del Infierno, donde torturan a los criminales, los Gigantes y una nueva
generación de Ninfas, las Melíadas, o Ninfas de los fresnos. Titán Atlas
De la sangre mezclada con semen, que cayó sobre el mar, nació la diosa
Afrodita (Espuma). Amor y el hermoso Deseo, la cortejaron en cuanto
nació.
LAS PRINCIPALES DIVINIDADES
Luego de cumplir su venganza, Cronos se quedó solo
para reinar en el mundo que apenas se formaba. Alrededor de él se
formaron nuevas generaciones. Noche engendró a la Suerte, Kere (el
Destino) y Thánatos (el Fallecimiento); también engendró el Sueño y toda
la raza de los Ensueños, así como a Momo, el dios del sarcasmo, y al
Dolor, y a Némesis, que es la venganza de los dioses, y castiga en los
hombres todo acto. Por su propia fecundidad, Noche engendró a las
Hespérides, que son las Ninfas del Ocaso. Hay tres: Aegle, Eritia y
Hesperaretusa: Habitan en el Extremo Occidente, en las orillas del
Océano, no lejos de las islas Afortunadas, donde residen las Almas
Felices. Diversos demonios crueles también son hijos de la Noche, Apaté
(Engaño), Filotes (Ternura), Geras (Vejez), Eris (Discordia), que a su
vez engendró otras calamidades: Olvido, Hambre, Los Dolores, los
Combates, los Crímenes, las Querellas, los Discursos embusteros,
Anarquía, Desastre, y Juramento (Horco). De esta manera el mundo se
preparaba para recibir a los Hombres disponiéndoles mil causas de
sufrimientos.
LOS DEMONIOS DEL MAR
Pontos (la Ola) tuvo como primogénito a Nereo, a
quien se llama el Viejo del Mar, porque es leal y benigno a la vez, sin
olvidar jamás la equidad. También Pontos engendró con Gea, a Taumas, que
más tarde fue el padre de la diosa Iris, encarnación del arco iris y
mensajera de los inmortales; luego a Forcis. Por su parte Nereo se unió
con Doris, una de las hijas de Océano, que le dio las Nereidas, cuyo
número varía según las tradiciones: más frecuentemente, se cuentan
cincuenta, pero a veces son el doble. Entre las Nereidas sólo algunas
han recibido una leyenda en particular: Tetis, la madre de Aquiles, y
Anfitrite, la esposa del Olímpico Poseidón, dios del mar, y la siciliana
Galatea. Las Nereidas jóvenes y bellas, pasan su tiempo eterno, hilando
y cantando en el palacio de oro de su padre. Taumas hijo de Pontos, ha
engendrado a la Arpías, Aelo y Ocipete (la borrasca y la vueladeprisa) a
las que a veces se añade una tercera hermana, Cileno (la Oscura). Estas
Arpías son genios malhechores,
cuando caen sobre el mar, con toda la velocidad de sus alas, nada les
aguanta: Lo arrancan todo a su paso. Se las representa semejantes a
pájaros de presa, con garras agudas, y se asegura que viven en las islas
Estrofadas, en el centro del mar Jónico. Las tres viejas del mar son:
Las Greas (Enio, Pefredon y Dino: Viven en el Extremo Oriente, en un
país cubierto de brumas, donde nunca sale el sol. Sólo tenían un ojo y
un diente las tres, sirviéndose de ellos por turno). Las tres Greas eran
hermanas de otros tres monstruos, las Gorgonas, llamadas Esteno,
Euríala y Medusa. Medusa era la única mortal entre las tres. Las
gorgonas eran horribles, estaban armadas con grandes defensas semejantes
a las de los jabalíes: Sus ojos chispeaban y su mirada era capaz de
convertir en piedra a quien tuviera la osadía de mirarlas fijamente. Su
cabellera era hecha de serpientes, y alas de oro les permitían volar,
vivían en los confines del mundo. Perseo da muerte a Medusa quien había
sido fecundada por Poseidón. De su cuerpo
al morir, surgen dos seres: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el
héroe de la espada de oro, que a su vez, engendró al gigante Gerión el
de los tres cuerpos, víctima de Heracles y también a Equidna (la
Víbora), un monstruo aterrador que se unió a Tifón y le dio hijos: El
monstruo perro Ortros, compañero de Gerión, Cerbero, el perro que
guardaba los Infiernos, la Hidra de Lerna, que había de ser muerta por
Heracles, y la Quimera, a la que más tarde combatiría Belerofonte.
PRIMERA GENERACIÓN
En unión con su hermano la Titánida Rea, Cronos tuvo
tres hijas: Hestia, Deméter y Hera, y tres hijos: Hades, Poseidón y,
finalmente, Zeus, el último. Una maldición pesada sobre Cronos, luego de
destronar a su padre, había rehusado dar satisfacción a Gea. Por no
haber liberado a sus hermanos, condenados a no ver la luz. Gea le
prometió que también él sufriría la suerte que había infligido a su
padre, y que sería destronado por sus hijos. Para prevenirse contra esa
amenaza. Cronos devoraba los hijos que le daba Rea. Los primeros cinco,
se los comió. Pero cuando estuvo a punto de nacer el pequeño Zeus, Rea
decidió salvar a ese niño. Con la complicidad de Gea, encontró un asilo
en una caverna de Creta, donde dio a luz. Luego tomó una piedra y la
envolvió en pañales, llevándosela a Cronos y diciéndole que era su hijo.
Sin enterarse de la verdad, Cronos, tomó la piedra y se la comió. Zeus
se había salvado al mismo tiempo que Cronos estaba condenado. Zeus
creció en el antro de Creta, confiado a
la custodia de una nodriza, la ninfa Almatea, y de jóvenes guerreros
armados de lanza y escudo, los Curetas. Los Curetas (los jóvenes)
danzaban sin descando una danza guerrera en torno a la gruta donde
reposaba el niño: hacían el mayor ruido posible, entrechocando las armas
y lanzando gritos de guerra. Todo ello con el fin de cubrir el llanto
de Zeus, impidiendo que Cronos lo descubriera y se apresurase a
devorarlo. Protegido, Zeus creció y adquirió toda su fuerza divina.
Llegó el momento en que había de cumplirse la promesa de Gea. Zeus tenía
entonces por compañera a una hija de Océano, Metis (Perfidia), que le
dio una droga gracias a la cual Zeus pudo hacer vomitar a su padre los
hijos que había devorado anteriormente. Todos volvieron a ver la luz.
Con estos aliados, Zeus atacó a Cronos y a los Titanes, que fueron en
auxilio de éste. La lucha duró diez años. Finalmente un oráculo de Gea
prometió a Zeus la victoria si tomaba a los seres monstruosos
precipitados antaño en el Tártaro por Cronos. Obedeciendo,
y realizando así el voto de Gea, a la que Cronos había engañado, Zeus
liberó a los monstruos, que se convirtieron en sus guardianes. Aquellos
monstruos dieron a los jóvenes dioses poderosas armas que figurarían
entre sus atributos futuros. Así es como los tres Cíclopes, forjaron
para Zeus el trueno y el rayo, lo mismo que el relámpago: y Zeus será,
eternamente, el dios del cielo tempestuoso. También dieron a Hades un
casco que volvía invisible a quien lo llevara, por ello fue el dios del
reino invisible, y reinaba sobre las almas de los difuntos. Poseidón
recibió un tridente mágico, cuyo golpe es capaz de trastornar la tierra y
el mar. Los Olímpicos se distribuyeron en el universo. Zeus obtuvo
preeminencia, y reinó sobre el cielo, Hades se contentó con la parte del
mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal.
Poseidón fue el señor del mar.
SEGUNDA GENERACIÓN
Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a
Metis como primera compañera, Gea y Urano, depositarios de los secretos
divinos, revelaron a Zeus un oráculo del Destino: De los hijos que
nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio y valiente, pero
el segundo sería un hijo de ánimo violento llamado para destronar a su
padre. Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta
esperaba a su primer hijo. Zeus convocó al dios forjador, Hefestos, y le
ordenó que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la
cabeza de Zeus, surgió una muchacha enteramente armada: era la diosa
Atenea, toda sabiduría y valentía. Temis, la Titánida, fue la segunda
esposa de Zeus, era ella la encarnación de la ley o la Equidad. De esa
unión nacieron las divinidades que llaman las Horas, y que son las
estaciones, Eran tres, Hesíodo, las llama: Eunomía, Diké e Irene, es
decir, Disciplina, Justicia y Paz, pero los atenienses las conocían bajo
los nombres de Thalo, Auxo y Carpo, que evocan
los tres principales momentos de la vegetación: el nacimiento de la
planta, su crecimiento y su fructificación. Zeus tuvo otras tres hijas
con Temis, Moiras (las Parcas): Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el
destino de todo ser humano. Aquel destino estaba simbolizado por un
hilo, que la primera de las Parcas sacaba de su rueca, que la segunda
enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al término de la vida
que representaba. La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida Eurinome,
que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias), Aglae, Eufrosine y
Talía. Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: Son
ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de
los hombres. Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda
labor femenina. Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija,
Perséfone. Luego se unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve
hijas, las Musas, "que se complacen en las fiestas y en la alegría del
canto". Las Musas también patrocinan
todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo que
libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas.
Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las
leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son
su dominio. Las Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe,
Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania.
MUSAS Y SU ESPECIALIZACIÓN
Calíope La poesía épica. Clío La historia. Polimnia
la pantomima. Euterpe La flauta. Talía la comedia. Erato la lírica
coral. Tepsícore la poesía ligera y la danza. Melpómene la tragedia.
Uranía la astronomía. Después de Mnemosine, Zeus se unió con Leto, la
hija del Titán Ceo y de la Titánida Febe. De ella tuvo dos hijos,
Artemisa y Febo. Maia, hija del Titan Atlas, concibió al dios Hermes por
obra de Zeus. Hera fue la última de las esposas divinas de Zeus, que le
dio un hijo. Ares, el dios de la Guerra, y dos hijas: Hebe,
personificación de la juventud (esposa de Heracles), e Ilitia, el genio
femenino que protege los partos. Zeus amó también mortales, sobre todo a
Alemena, que le dio a Hércules, y Semele, de la que tuvo a Dionisio, el
dios del Vino. Hera, furiosa de verse así abandonada, hizo nacer por sí
misma, sin la intervención de Zeus, a un hijo divino, Hefestos, que
preside el trabajo de los herreros y de las artes del fuego. Se completa
de esta manera, el grupo de las grandes
divinidades. En la época clásica se considera que existen doce
"Olímpicos": Zeus, Poseidón, Hefestos, Hermes, Ares, Febo, Hera, Atenea,
Artemisa, Hestia, Afrodita y Deméter.
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