extraído de 'El
Reino Interior' por Waldemar Verdugo Fuentes
Rapa Nui, la Isla de Pascua es el más rico y complejo museo al aire
libre que existe en la Polinesia, y es geográficamente el sitio
habitado más lejano de tierra; ubicada en el sector oriental del
océano Pacífico, rodeada por las distancias del gran mar que la
oculta al mismo tiempo que baña sus costas volcánicas, fue
descubierta el 5 de abril de 1722, en Pascua de Resurrección de
Nuestro Señor Jesús, cuando una expedición holandesa a cargo del
almirante Jacobo Roggeveen, que recorría los archipiélagos del
Pacífico Sur, con tres barcos de flota, desde el "Thienhoven" avista
una porción de tierra solitaria de forma triangular y como flotando
en la inmensidad de las olas.
Los holandeses creen estar frente a la Terra Australis Incognita de que hablan los corsarios ingleses. Sin embargo, no hay aquellos puertos naturales que comentan ni la abundante vegetación y no se ve más tierra en la distancia ; sólo hay dos pequeñas playas de arena rosada, formada por el desgaste de la extensa zona de corales que envuelve a la isla. Todo lo demás son volcanes oscuros cubiertos de nubes grises, acantilados profundos y la costa dispareja sembrada de rocas puntiagudas.
Fue entonces que, entre todos, asombrados,
comienzan a ver figuras de hombres enormes; parece habitada por
gigantes que, ocultos tras enormes murallas, asoman sus toscas
cabezas por sobre los muros.
Está cayendo el sol y un marinero
distingue a media milla una columna de humo y otros signos de
presencia humana. Deciden bajar al despuntar el alba. Y así lo
hacen. Una gran multitud los espera en la playa de Anakena, un sitio
hermoso de suaves arenas y aguas cristalinas, con un clima cálido
protegido por cerros altos. Al desembarcar, los expedicionarios
comprueban con alivio que los gigantes no son sino grandes
monumentos colocados sobre altas plataformas. Dominando la costa y
las cosas, se ven las colosales estatuas de piedra, algunas
coronadas con enormes sombreros rojos.
Roggeveen anota en su
bitácora que,
"llaman a estas estatuas Moai y a sus sombreros rojos Pukao... no podemos comprender cómo esta gente sin buenas cuerdas y maderos han sido capaces de levantarlas... la mayoría de los hombres llevan barba, visten con escasas prendas y plumas y tienen el cuerpo cubierto de polvillo rojizo sobre el que lucen admirables tatuajes en blanco y azul. Las mujeres están desnudas o cubiertas por un modesto taparrabos. Hay varios con su pelo semejante al color rojo del sombrero de las estatuas y la mayoría tiene la piel tan blanca que pueden ser los descendientes de alguna raza europea..."
Escribe entonces en su "Relación de Isla de Pascua" el
expedicionario Carlos Federico Behrens:
"Las enormes estatuas tienen la figura de un hombre cortado a la altura de las caderas, orejas largas, y muchos sostienen en sus cabezas aplanadas una corona o sombrero de piedra rojiza. Parece obra de gigantes."
Y el navegante
pionero se hace las preguntas que continúan intrigando al mundo de
hoy:
"¿A quiénes representan esas estatuas? ¿Para qué las hicieron? Cuando preguntamos cómo ubicaron los monumentos, con qué herramientas, los nativos respondieron: "Se ubicaron ellos mismos, volando".
Aunque en los mapas actuales figura como Isla de Pascua,
Easter
Island o Paasch Eyland (como la bautizó Roggeveen) las gentes de la
Polinesia la nombran Rapa Nui, que en lenguaje tahitiano significa
Isla Grande. También se la conoce como Matakiterani ("Ojos que miran
a las estrellas")
El título nativo que le dan sus habitantes y que
se repite en cantos y poemas es Te Pito o Te Henúa (el Ombligo del
Mundo o Centro de la Tierra), igual que como la designaban los
habitantes antiguos del lugar. En igual forma, los soberanos que
rigieron la vida remota de la isla llevaron el título de Ariki Hanúa
o Rey de la Tierra. Se dice que no existe otro lugar habitado tan
diferente a otras comunidades humanas.
Rapa Nui es en su totalidad de origen volcánico, y empezó a aflorar desde el fondo del océano hace aproximadamente 3 millones de años, manteniendo intermitentemente su actividad volcánica hasta hace 2 mil a 3 mil años atrás, fecha de la ultima erupción calculada. La isla es un triángulo de tierra formada por las laderas encontradas de tres volcanes: el Ranu Raraku, el Rano Aroi y el volcán Rano Kau, que albergan en su interior una importante reserva de agua, flora y fauna para los lugareños, y en cuyo cráter se encuentran varias cuevas-entradas a las profundidades secretas pascuenses.
La
ubicación de éstas ha sido celosamente transmitidas y guardadas de
padres a hijos. Porque a pesar de su pequeñez y abismante lejanía,
en ese milagro del mar floreció y se desarrolló una cultura de alta
complejidad que aún hoy día provoca asombro. La Rapa Nui constituye
el ejemplo mejor ilustrado de una cultura que se ha desarrollado al
margen del resto del mundo, careciendo prácticamente por completo
del aporte de ideas nuevas, que tanta importancia ha tenido en la
historia de todas las naciones conocidas.
En la mitología del Reino Interior se cree que desde siempre ha sido utilizada como salida-entrada de las gentes que viven al interior de la Tierra. Hoy día se cree que los primeros pobladores fueron grupos de navegantes extraviados que llegaron hasta el ombligo del mundo y fueron incapaces de regresar a sus lugares de origen. La principal razón para afirmar esto es que no se conoce ningún poblado, ni polinésico ni americano, capaz de navegar precisa y sistemáticamente entre Rapa Nui y otras tierras, de manera tal que la única posibilidad son las llegadas fortuitas de navegantes que se convirtieron en realidad en prisioneros de la tierra que los había salvado.
Estos primeros colonos involuntarios debieron adaptar sus
valores culturales y su manera de vivir a un medio radicalmente
diferente que ayudó a gestar en la isla un proceso que reproducía a
escala reducida todas las diversas etapas a través de las cuales el
hombre pobló progresivamente el planeta.
Cabe decir que los primeros
habitantes del lugar desarrollaron en un lapso reducido, una cultura
que llegó a muy altos niveles de complejidad, incluyendo un sistema
de escritura aún sin descifrar por completo y que se encuentra en su
mayor parte en las famosas "tablillas parlantes", la escritura
rongorongo, que encontraron en la isla los primeros descubridores
del lugar; estos trozos de madera endurecida por los siglos, tallada
íntegramente con signos pictográficos de fascinante estilística, que
trasmiten una cosmogonía coherente de principio a fin.
Originalmente
llamadas entre los pascuenses Kohau rongorongo, su enigma comienza
con la propia traducción del nombre, que algunos traducen como
"líneas para su recitación" y otros "tablillas de transmisión". Se
habla de 600 de ellas desaparecidas.
La narración de la Tablilla de Aruku-kurenga o Ki-Te Erua ("El loco período del sol"), una de las pocas que se conservan, traducida a la lengua Rapa Nui moderna por el obispo Tepano Jaussen y M.E. Ahnne, cuenta un terrible momento que vivieron los primitivos habitantes de la isla en tiempos prehistóricos:
"El calor del sol, que da vida y fecunda, hoy aumentó su calor. La atmósfera es una caldera. El aire está pesado y asfixiante. Algunas mujeres y niños están cayendo secos a la tierra. Hay preocupación por salvar a Manua Iru y su alteza Koia, la reina y sus servidores. Y a los hombres Moa, que estaban viviendo acá junto a nosotros. Es Koia quien toma la decisión de partir. Embarcándonos para algún lugar y poniéndonos a salvo"
La tablilla concluye el relato antes de indicar cuál es el sitio
elegido para emigrar. El repentino cataclismo solar que afectó a
Rapa Nui en tiempos remotos tiene ciertos grados de relación con lo
que dice la tradición en pueblos de otras regiones de la tierra: en
la teogonía egipcia se describe el despedazamiento del sol; las
inscripciones de Medinet-Habu, hablan de lenguas de fuego que
descendieron de los cielos y quemaron pueblos enteros, ardieron las
ciudades y desapareció todo signo de vida en algunas zonas. En la
Biblia se señala la ocasión el día de Pentecostés.
Los
investigadores señalan que el repentino cataclismo solar que afectó
a la isla no dio tiempo a nadie para preocuparse de sus labores; de
un momento a otro se abandonaron los trabajos; se descubren estatuas
dejadas a medio camino del sitio en que iban a ser colocadas;
originando un cataclismo de esta naturaleza alteraciones de todo
orden, terremotos y maremotos, que justificarían los desplazamientos
de tierra que ubicaron a las estatuas semienterradas o hundidas y
aún ocultas. De esta serie existen otras seis tablillas transcritas
por el obispo Jaussen, cuya ubicación hoy no se sabe.
Louis Pauwels
y Jacques Bergier en "El Retorno de los Brujos", aseguran que
existen otras series de tablillas parlantes en el museo del
Vaticano, Roma. Y Louis Castex en su libro "Los secretos de Isla de
Pascua" hace saber que tres tablillas que se encontraban en el Museo
Braine-Le-Comte, en Bélgica, están ahora en el museo del Vaticano,
en el archivo de los Sagrados Corazones.
En estos trozos de madera tallados con letra rongorongo está supuestamente la historia de la isla, que a nosotros nos llegó en parte gracias a la tradición oral desde los primeros pascuenses, que tienen un pasado que es rara mezcla de sangre y poesía.
Hace unos años viajar a la isla de Pascua era más difícil que ir de safari. Actualmente existe una extensa información turística y facilidades para llegar al sitio, que está plenamente integrada a la sociedad contemporánea. Hay casi todas las comodidades materiales que puede disfrutar cualquier ciudadano del mundo. La partida desde el aeropuerto internacional de Santiago de Chile, es el inicio de cinco horas de vuelo sobre el mar, siguiendo la ruta del Pacifico Sur. La penúltima escala es la isla, que se ve reposando como un gran animal marino entre las olas.
Desde el avión se distinguen sus
tres volcanes, las suaves colinas donde corren las manadas de
caballos y sus costas oscuras bañadas por el agua maravillosamente
azul. Roqueríos y mar, incipiente vegetación y una sola aldea: Hanga
Roa. Se aterriza en el aeropuerto de Mataveri entre música autóctona
y sonrisas expectantes. Casi toda la población se reúne allí para
ver este acontecimiento que ocurre tres veces por semana. Los que
van al lugar esperando extensas playas, palmeras y cocoteros,
probablemente se desilusionarán porque el paisaje es de costas que
se precipitan al mar en abismos insondables y viento.
Aunque
encontrarán tres playas de ensueño, con aguas transparentes y
templadas, con posibilidad de practicar el buceo, el yatching y el
surf, o dorarse en una de las arenas más finas que hay en toda
Polinesia. Pero si no es su caso, puede estar seguro de que deseará
no abandonar jamás la isla, porque el color del mar es único y las
luces de los crepúsculos de la tarde y de la mañana son
inolvidables. Es sabido de todos que las brújulas allí no funcionan
por un fenómeno de gravedad que dota a la isla de una extraña
energía que uno siente cuando pisa sobre ella; la sensación es
única. Se está en un animal vivo.
Hay hoteles internacionales, pero la mayoría de los turistas prefieren vivir en pensiones pascuenses: muchas casas de los isleños están acondicionadas para recibir huéspedes en excelentes condiciones, y por una parte de la oferta hotelera. En general, en todo el sitio reina una limpieza absoluta pues son gentes muy organizadas y armónicas en su trabajo diario. Las construcciones son de alegres colores y siempre están rodeadas de jardines con plátanos, flores y plantas exóticas. La comida es excelente, y si ha decidido vivir en una pensión durante su estadía, podrá conocer la impagable experiencia de adentrarse un poco en la vida auténtica de los isleños.
Me he hospedado en casa de la familia Pakarati, que están desde siempre en el lugar. Las mujeres de la familia son sonrientes y bellas, y los hombres jóvenes del clan son en su mayoría talladores: de sus manos salen esas figuras de moais con cuerpos flacos y largas orejas y manos. El dueño de casa es don Cristóbal, reconocido como uno de los mejores talladores de la isla y como uno de los sabios consultores del Consejo de Ancianos.
Fuente:
Definitivamente si hay una cosa que tengo muy clara en mi vida, es que iré a RapaNui, es el sueño de mi mamá y el mio verla feliz, así que iremos espero muy pronto a conocer esos lugares tan hermosos. (:
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